El Profesor Felipe Portocarrero, investigador y jefe del Departamento Académico de Ciencias Sociales y Políticas de la Universidad del Pacifico (UP) brindó la conferencia Los grandes dilemas de las universidades en el siglo XXI, ante una audiencia convocada por la Royal Society of Arts-Perú (RSA), en el Centro Cultural de la Universidad San Marcos, en la vieja Casona, ubicada en el Parque Universitario del centro histórico de Lima.
Portocarrero, ex-rector de UP, afirmó que la educación superior en el mundo ha venido experimentando importantes transformaciones en las últimas cuatro décadas, cuyas consecuencias no han sido materia de suficiente reflexión en el Perú. Así, Portocarrero, ofreció la primera conferencia anual de profesionales de trayectoria relevante, el 30 de abril, organizada por RSA, agrupación con origen en el Reino Unido, que busca aportar con ideas y acciones a los grandes asuntos nacionales e internacionales. Portocarrero tiene 40 años de experiencia como profesor, investigador y gestor universitario, es decir, con conocimiento práctico y teórico de la universidad “en 360 grados”, dijo.
Entre los asistentes hubo docentes y directivos de diversas universidades del país, además de público general. Portocarrero estimó que el debate sobre el tipo de universidad para el Perú no solo debería comprender a la institución universitaria, sino también a los funcionarios del Estado que deciden las políticas públicas, así como a la sociedad civil. La discusión, acotó, tendría que aprovechar las lecciones de la historia, así como reflexionar acerca de “las corrientes simplificadoras que tratan de imponerse […] sobre su dinámica institucional”.
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A la conferencia asistieron docentes y gestores de diversas universidades del país y público general.
Universidades son asediadas por exigencias del mercado
A Portocarrero le preocupa la mercantilización de la vida intelectual; la burocratización en la gestión, en parte por el explosivo crecimiento de los colaboradores administrativos; la progresiva privatización de la educación superior en desmedro de la pública; la pérdida de la capacidad de autogobernarse democráticamente y tomar decisiones institucionales; y el excesivo “productivismo” académico de los investigadores y la paralela declinación en el prestigio de la actividad docente.
Para Portocarrero la tendencia de muchas universidades por apuntar a la “hiper-especialización”, dejando de lado la formación humanista o también llamada liberal, en términos académicos. Desde su perspectiva, se trata de una educación que contribuye decisivamente a que las y los estudiantes adquieran los hábitos mentales y el orden de pensamiento para discernir y juzgar por sí mismos, acerca de los grandes debates mundiales. Una formación de este tipo, les seguirá sirviendo cuando caduquen ciertos conocimientos que adquirieron en su juventud universitaria, y sean reemplazados por otros, en un mundo cada vez más influenciado por la tecnología.
¿Es irresoluble la tensión que se genera entre una educación especializada y otra más general?, se pregunta Portocarrero; es decir, entre la educación práctica versus la humanista, más interesada en la argumentación, la imaginación y el pensamiento crítico. Y a modo de respuesta, aboga por una interdisciplinariedad en la malla curricular, que también posibilite al estudiante entender el contexto y las causas. Además, Portocarrero resalta que la formación del estudiante debe cultivar su espíritu para que la o el egresado sean personas de bien, que contribuyan al desarrollo del país y a su crecimiento moral, ético e intelectual.
Portocarrero sostuvo que el aprendizaje sucede a través de cuatro niveles: el primero, la disciplina, nos da un pensamiento analítico: la capacidad de descomponer un problema y analizarlo a través de teorías o conceptos, usando un instrumental metodológico. El segundo se adquiere cuando se emplean múltiples perspectivas sobre el mismo problema y luego se contrastan y discuten. El tercer nivel supone encontrar un sentido personal a los conocimientos que se aprenden, de manera que seamos capaces de comprometernos con responsabilidad ciudadana a lo largo de nuestra vida. Finalmente, el cuarto nivel sería desarrollar un razonamiento práctico que nos ayude a discernir el mejor curso de acción entre varios posibles.

Enrique Mendizabal, promotor del RSA, con Felipe Portocarrero, profesor de UP.
El futuro de la universidad, pese a todo, es esperanzador
Ahora bien, Portocarrero sigue confiando en la universidad como institución y recuerda que, tal como es, sobrevivirá en el futuro en las siguientes décadas: “Su larga y dilatada trayectoria de casi nueve siglos ha dado innumerables muestras históricas de una especial capacidad para resistir y adaptarse a entornos y exigencias disímiles y cambiantes”, predijo.
Al mismo tiempo, parte de su convicción en el papel transformador de la universidad sobre todo cuando pensamos en el vínculo que se establece entre estudiantes y docentes: “Voy a las aulas y encuentro que ahí uno puede hacer la diferencia con un muchacho o una muchacha que necesita encontrar a alguien que los escuche y acompañe en sus procesos de aprendizaje”, relata Portocarrero.
Portocarrero es coautor de la reciente publicación “Dilemas de la educación universitaria del siglo XXI (2018); autor del libro previo "La idea de universidad reexaminada y otros ensayos" (2017), y está escribiendo un tercer volumen que lleva como título tentativo: “La idea de universidad en el Perú”, con el cual cerrará una saga sobre la enseñanza universitaria.
Accede al texto completo de la conferencia aquí .