Ninguno
Repensar la educación peruana
05 de noviembre de 2020

Sin duda el año 2020 no es un año común y no podemos esperar que podamos actuar "como siempre". Asimismo, las peculiaridades de este año nos invitan o, en ocasiones, nos obligan a repensar algunas cosas que asumimos como "normales" y que, en realidad, podríamos hacer de modo muy distinto.

Desde mediados de los 90, hemos hecho muchos esfuerzos por reconocer algo que debería ser obvio: no todos los niños aprenden las mismas cosas al mismo ritmo y en todo momento. El modelo industrial sobre el que hemos creado los sistemas educativos va, justamente, en contra de esta realidad: asume que, dada una determinada edad, todos los niños deben aprender en unidades temporales fijas a las que llamamos año escolar, semestres o similares, y al mismo ritmo y en todos los aspectos que se supone deben aprender. La verdad es que aprendemos diversas cosas de diversas formas, a veces algo nos toma un tiempo y, llegado un punto, empezamos ampliar nuestro aprendizaje aceleradamente; en otras ocasiones hay cosas que, al principio, nos resultan muy evidentes y, luego, nuestro ritmo disminuye. 

A mediados de los 90 creamos la idea de ciclos en la Educación Básica. Un ciclo une dos o tres años escolares para dar mayor flexibilidad de modo haya más tiempo para las variaciones en los ritmos. No es necesariamente todo lo que se necesita, pero es algo. Lo mismo hace el Currículo Nacional de Educación Básica: las expectativas de aprendizaje están fijadas al final de los ciclos. Sin embargo, la lógica mecánica de la burocracia y la costumbre forjada por el modelo industrial nos lleva a pensar en los "años" como la unidad lógica y que cada uno de ellos representa una unidad distinta de las siguientes. Los llamados "planes y programas" que hace el propio Ministerio expresan esa pretensión de encorsetar todo, a pesar de lo dinámica y diversa que es la realidad.

La situación actual nos obliga a repensar en ello. Unimos el 2020 con el 2021 (lo que es obvio dentro de los ciclos y un poco más complejo entre grados de ciclos distintos) y reconocemos que en el 2020 se puede haber avanzado de modo muy dispar. Para quinto de secundaria reconocemos que es el final de 14 años de educación obligatoria, entonces, validamos lo logrado previamente para aquello que no podemos evaluar ahora. Entonces, al final del 2020 habrá que evaluar bien lo logrado y reprogramar el 2021 según ello. Es decir, debemos hacer lo que siempre debemos hacer: reconocer el punto de partida y trabajar desde ello reforzando lo que haya que reforzar.

Proceder de esta forma, además, representa reconocer que la escuela debe estar puesta al servicio del crecimiento de los estudiantes y reconocer que este año no ha sido fácil para nadie, ellos incluidos. Tendemos a pensar que las evaluaciones son una acción que puede ser más o menos "benevolente" o "punitiva" cuando, en realidad, debe ser una forma de contribuir al proceso de aprendizaje. Pensar en términos de benevolencia/punición es perder de vista el propósito formativo de la evaluación. Estamos demasiado acostumbrados a un sistema que castiga (con la repetición de grado) a los estudiantes que no logran los aprendizajes cuando, la mayor parte de las veces, no lo logran por qué el propio sistema es incapaz de reconocer las condiciones del estudiante y sus necesidades. Pensemos que en un número inmenso de países del mundo no existe nada que se parezca a la repetición de grado y que, si un estudiante tiene algunas dificultades, en el período siguiente se le apoya para que pueda avanzar, es decir, lo que hoy vamos a hacer entendiendo que todos hemos tenido dificultades que no tienen nada que ver con el esfuerzo individual.

Todo esto puede ayudarnos a repensar las cosas. No podemos estar esperanzados en una vacuna para luego volver a hacer las cosas con las mismas deficiencias de siempre. Debemos evaluar cuán bien nos fue con Aprendo en Casa y aprender de ello. Dimos una respuesta de emergencia y, seguramente, nos equivocamos un poco mas que siempre, justamente, por que fue una respuesta rápida pero, con el mismo espíritu con el que debemos evaluar nuestros aprendizajes, conocer lo que salió bien y lo que no, es sólo un paso para mejorar. ¿Un nuevo Aprendo en Casa debe seguir dirigido exclusivamente a los estudiantes de modo individual o debemos también dirigirnos a los hogares y las comunidades? ¿Cómo logramos que los medios de comunicación colaboren con más horas de programación no para aumentar horas a cada estudiante sino para reconocer que en un hogar puede no haber más de un TV o radio o que distintas personas pueden estudiar en distintos horarios? ¿Cómo aseguramos que los docentes puedan trabajar más cercanamente a las familias y mantener una comunicación fluida con sus estudiantes?

En este momento no sabemos cuántos estudiantes han dejado sus estudios en 2020. Con seguridad podemos asumir que los más afectados han sido: (i) los menores entre 3 y 5 años dada la dificultad/imposibilidad de transferir a un formato remoto lo que necesitan; (ii) los estudiantes de escuelas privadas con menores recursos que no han podido sufragar sus estudios y donde las instituciones tampoco han tenido como responder; y (iii) las jóvenes de educación secundaria que se han visto forzadas a dejar sus estudios por la presión de las tareas familiares distribuidas según un claro sesgo de género y expectativas familiares también sesgadas por estereotipos.

Todo ello debe ser evaluado y ser incluido en las decisiones acerca de cómo seguir adelante.

Asimismo, debemos recordar que hubo un tiempo en el que el Perú contaba con un sistema muy bueno de educación a distancia. Debemos aprender de esa experiencia y, por supuesto, de la experiencia de más de cien años de programas de educación a distancia que muestran las inmensas posibilidades de éstos (para llegar a quienes no llega el sistema regular, para trabajar con colectividades y no solo con individuos) y reconocer sus limitaciones. Por ejemplo, los problemas que hoy sufre la educación inicial requieren de un enfoque complejo que combine llegar a los hogares para mejorar los patrones de crianza y cuidado, al tiempo que se ofrece actividades de desarrollo para los propios niños; ése es un terreno que requiere diversos mecanismos y acción multisectorial.

Este es un buen tiempo para repensar y subvertir los pilares de un modelo industrial de escuela al que hace ya un buen tiempo debimos, para usar la figura de Robinson, darle un reset.

Etiquetas
educación educación peruana reforma

​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​​

Noticias recientes
Estudiantes de Economía obtienen primeros puestos en cursos de verano del BCRP
Nuestros alumnos Piero García, Samantha Picoy, Alexander Tapia y Alexis Martínez sobresalieron en los cursos de Economía Avanzada y Finanzas Avanzadas.
"Nuestro país necesita de liderazgos capaces de imaginar un Perú más justo"
Discurso de bienvenida de Stefan Reich, Director de Lidera UP​, en la Ceremonia de Apertura del Año Académico 2024. ​​