Los mitos del emprendedor

En los últimos años, el tema del emprendimiento viene cobrando gran importancia como materia de estudio. Las estadísticas nacionales y regionales cada vez son más detalladas, las clasificaciones y tipologías son materia de discusión. Las universidades contemplan el tópico  en sus mallas curriculares, crean  unidades que promueven su desarrollo, motivan y capacitan a los emprendedores, asesoran e incluso premian las iniciativas de emprendimientos sociales y empresariales.  


Mucho se ha escrito respecto de los mitos vinculados al emprendimiento. Lo cierto es que se seguirá escribiendo y discutiendo sobre este  tema, y es innegable que cada vez estará más presente en las agendas de docentes, administradores, mercadólogos, estrategas, entre otros profesionales. Sin ignorar que los autores más reconocidos ya han planteado diversas definiciones, es oportuno recordar que, en general, el concepto de emprendedor hace referencia a una persona que enfrenta, con resolución, acciones difíciles. Estas acciones difíciles implican, por ejemplo, comprender y descifrar las señales del mercado, analizar comportamientos de clientes y consumidores, superar las limitaciones de recursos, lidiar con la competencia, ajustarse a los ciclos de ventas, etcétera. 


Cada mito que se plantee es una invitación a la reflexión y a la contraposición de puntos de vista. Los mitos, por su naturaleza, encierran algo de verdad y algo de mentira. Por ejemplo, con cierta frecuencia escucharán que se necesita mucho dinero para financiar un nuevo negocio, lo cual no es ni cierto ni falso; es decir, depende de las  circunstancias o características de cada emprendimiento, de cada realidad. Estos factores pueden incluir aspectos como la etapa del ciclo de vida en el que se encuentre el emprendimiento, la magnitud de la actividad, el sector o la industria en la que se desarrollará, entre otros. Lo único cierto es que todo es relativo y que la sentencia de “mucho dinero” se evaluará desde la óptica particular de cada emprendedor. Para algunos, un monto de inversión de cinco mil soles puede significar una cantidad considerable de dinero; mientras que para  otros, la cifra quizá represente una mínima barrera, totalmente superable y manejable. 


Otro mito que se escucha con frecuencia se refiere a que los emprendedores no analizan. Esta idea es más falsa que verdadera: imagínense a un emprendedor que no realiza, por lo menos, un análisis superficial de la situación, las oportunidades, los riesgos que enfrentará su iniciativa. ¿Será posible que este aventurero no tenga una idea elemental de los ingresos que podría obtener y los cos​tos en los que se incurrirá? Lo más probable es que el emprendedor recopile algo de información y sobre las bases de estos datos y a algunos supuestos (quizá deseos o esperanzas) tome decisiones y lleve a cabo su emprendimiento. Claro está que los niveles de análisis pueden ser desde los más simples y superficiales hasta los más complejos y profundos. Cada emprendedor decidirá qué información necesita, el nivel de detalle, el tiempo y los recursos que tendrá que invertir para obtenerla, y hasta qué punto las decisiones que tome serán un resultado de un análisis objetivo de los datos o estarán salpicados por algo de intuición. Desterremos entonces el mito de que los emprendedores no analizan. Sin embargo, como asesores, educadores y consejeros, nos corresponde guiarlos para que este análisis sea cada vez más profesional y útil. 


Como se mencionó líneas arriba, cada mito encierra algo de verdad y algo de falsedad. Como profesionales en formación o ejecutivos experimentados, reflexionemos sobre estos y otros mitos (la lista es extensa) y no los divulguemos tan a la ligera. Así, evitaremos crear más confusión y contribuiremos, responsablemente, a formar emprendedores cada vez más preparados para hacer frente a los retos del mercado.​​

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