Ninguno
Junio: Mes de Luchas (Des)Conectadas
30 de junio de 2019

​​A propósito del Mes de la Cultura Afroperuana y del Orgullo. Columna de Mariela Noles Cotito, investigadora del Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico.

Y se acabó el mes de junio. Mes que en sus 30 días evidencia una de las fragmentaciones más profundas de nuestra sociedad. Este año, el 28 de junio, conmemoramos 50 años de la gran resistencia de Stonewall. Un importante lugar de socialización para la entonces policialmente perseguida comunidad LGTBIQ+ de los Estados Unidos, donde las fuerzas del orden consideraban correcto hacer redadas que “erradicaran” a esta población de la sociedad. Hace 50 años, la comunidad organizada en los Estados Unidos dijo: “ya no más”. Y ese esfuerzo de resistencia colectiva sigue hasta hoy, en la mayoría de países del mundo, incluyendo el Perú. De la misma manera, recordamos cómo hace tres años, 50 personas de la comunidad perdieron la vida, y más de otras 50 quedaron heridas en la Discoteca Pulse. Un centro de entretenimiento concurrido esa noche en particular por personas LGTBIQ+, bajo el entendimiento de que era un espacio seguro, pero que dejó de serlo tras el ataque de un sujeto armado que tomo a esta comunidad, como su blanco específico. Por otro lado, en junio también celebramos el mes de la Cultura Afroperuana, con el día 4 de junio como día central. En este contexto, el Ministerio de Cultura organizó, co-organizó y apoyó varias iniciativas ciudadanas para visibilizar el aporte de la población afrodescendiente en el Perú. Entre ellas, el III Encuentro de Investigaciones sobre Cultura Afroperuana, y la inauguración del Centro Cultural Amador Ballumbrosio, en Chincha, en honor a uno de los mas famosos cultores de la cultura afro en el país, y conmemorando 10 años de su partida. Estos datos son conocidos muy bien por estas comunidades (la afrodescendiente y la LGTBIQ+), pero pasan desapercibidos para la sociedad en general. 

Hablar de la desigualdad en el Perú no es nuevo, pero sí ​lo es el hablar de las desigualdades. Las poblaciones, comunidades o grupos hechos el otro en nuestra sociedad suelen estar segmentados para nuestra propia comodidad discursiva: Los afrodescendientes son un grupo y la población LGTBIQ+ son otro grupo. Olvidamos sin embargo, que estas comunidades no son homogéneas, sino compuestas por personas complejas, con múltiples identidades que se intersectan en diversos puntos. ¿Dónde quedan, por ejemplo, las personas que se identifican como parte de ambos grupos? Y en cualquier caso, son estos dos grupos ¿en serio tan diferentes? 

Se atribuye a Martin Luther King, la siguiente frase: “Injustice anywhere is a threat to justice everywhere. We are caught in an inescapable network of mutuality, tied in a single garment of destiny. Whatever affects one directly, affects all indirectly” (Una pequeña injusticia es una amenaza a la justicia para todos. Estamos inexorablemente vinculados por una red de mutualidad, atados en una misma prenda que es el destino. Lo que sea que afecte a uno directamente, nos afecta a todos indirectamente). Aún hoy este pensamiento es relevante porque tanto la población LGTBIQ+ como la población afroperuana vienen prestando una lucha intensa por la garantía de sus derechos civiles que, a la postre, no puede más que estar conectada en sus propios fundamentos: la justicia para todos y todas, el reconocimiento de su humanidad y sus derechos más básicos, visibilidad positiva, no más violencia contra sus cuerpos. Las agendas de estas dos comunidades, como las de otras minorías en el Perú son las mismas, pero hay diversos factores sociales, políticos y culturales que las han mantenido separadas. Finalmente, ha sido mucho más fácil desempoderarlas tratándolas segmentadamente. Quizás la generación de sinergias colectivas entre la academia, el activismo y quienes hacemos activismo académico puedan acelerar, fortalecer o potenciar algunos logros que la sociedad debe a estas y otras comunidades que hacen parte de nuestro tejido social. A la vez, es hora de que unos y otros nos dejemos de mirar con desconfianza y nos aliemos, siquiera desde el poder de nuestras propias agendas colectivas. Mientras tanto, y en los últimos días del mes de junio: ¡Que viva el mes de la cultura afroperuana, con orgullo! ​

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